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Foto del escritorDirecto Transmedia

Xilena Pinedo, Perú

Es difícil resumir seis meses de tu vida en 400 palabras, sobre todo, si son seis meses lejos de tu país y de todas las personas que quieres. Seis meses en los que conoces alrededor de 150 estudiantes de más de 15 nacionalidades diferentes. Sin embargo, existe un grupo de personitas dedicadas a hacer de nuestro intercambio una experiencia única, llevadera y lo mejor de todo inolvidable: los compis.

Estudiar es una de las principales razones por las que uno decide vivir esta experiencia y en este contexto, las aulas se vuelven testigos de hechos insólitos. Recuerdo que en una clase tuve que escribir un perfil sobre el invitado que el profesor trajo: Confucio Hernández Makuritofe, ilustrador e indígena uitoto. Esa cátedra terminó con todos los compañeros tomados de la mano y con dos indígenas uitotos enseñándonos sus danzas y cantos.

Además, la experiencia de un intercambio no solo se resume en las clases, los profesores y compañeros, sino que se extrapola a cada segundo que pasas fuera de las aulas y a cada persona que conoces en todo lugar al que vas.

Tuve la oportunidad de hacer un voluntariado con personas mayores a las que les dejé mi alma por hacerlas felices el par de horas a la semana que pasábamos juntos. Personas que no titubeaban si de contarme sus problemas se trataba y que al tener que irme me abrazaron tan fuerte como si fuera una de sus nietas.

Pero, participar un voluntariado no es lo único que se puede hacer en esta ciudad. Ir de rumba es uno de los planes favoritos en Bogotá. No importaba el día ni la cantidad de cursos que lleves la diversión empezaba el miércoles y no paraba hasta el domingo por la mañana.

Y los viajes con amigos son una de las cosas imperdibles. Tienes un país nuevo por conocer y que mejor que aprovecharlo, viajando con personas que en unos meses se convierten en tu familia.

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